La crisis ha enfriado la historia de amor de las grandes marcas de la distribución con los complejos comerciales de la periferia de las ciudades, nacidos del boom inmobiliario, y ha precipitado, su apuesta por lo conocido y lo seguro: las calles del centro, más resistentes a las caídas del consumo. Tanto que empieza a haber overbooking. A las marcas partidarias de la tienda a pie de calle de toda la vida, se están sumando ahora en estas zonas cadenas como la japonesa Uniqlo o la americana Gap, que quieren entrar en España por la puerta grande, además de otras, hasta ahora instaladas en la periferia, como Primark, Decathlon o Media Markt. “El modelo periférico ha empezado a perder cierta fuerza desde 2007 y se han empezado a plantear más proyectos en el centro de la ciudad”, confirma Javier García-Renedo, presidente de la Asociación Española de Centros Comerciales.
Este regreso al centro lo facilita la crisis, que vacía espacios prime ocupados con otros usos: cines, sedes corporativas y algún convento. Los cines han sido el gran recurso, por su adaptabilidad, pero empiezan a agotarse. En Madrid, donde han cerrado unas cien salas (10 de 13 en Gran Vía), casi todas las que tenían valor han sido adaptadas. Queda el Palacio de la Música, en Gran Vía, que podría ser una tienda de Mango, con lo que se sumaría a otros dos en la misma calle, el Avenida (H&M) y el Azul (Friday’s); el Carlos III, en Colón (Platea Madrid) o el Salamanca, en Conde de Peñalver (C&A). Fuera de ese cogollo, pocos han tenido tanta suerte. Muchos acabaron en discoteca (Astoria, San Carlos o Bulevar); en supermercado (Bristol, Fantasio, Rosales o Excelsior); en bingo (Lisboa, Roma o Versalles); en restaurante (Tivoli); en hotel (Urquijo) o en tienda de ferretería (Europa). Y otros, ni eso: fueron derribados y sustituidos por edificios de pisos u oficinas (Albarán, Goya, Fuencarral, Chiki, Kebir, Montecarlo, San Cayetano, Tetuán).
El fenómeno es general. C&A transformó el Capitol de Valencia en su gran tienda en la ciudad y, en Oviedo, los Cines Ayala son hoy un lujoso centro de spa. Inditex ha sido la abanderada en estas reconversiones. Convirtió en tiendas el cine París, de Barcelona; los Serrano y Artis, de Valencia; el Capitolio de Elche o el Emperador de Huelva. Y también fuera de España. “Hemos abierto tiendas en algunos de los cines más emblemáticos de Europa”, apunta un portavoz de la compañía. “En Milán, la tienda de Corso Vittorio Emanuele es un antiguo cine, espectacular, con unas grandes escalinatas en círculo y mosaicos romanos. Y en Berlín, la tienda de la Ku’damm, delante de la iglesia Kaiser Wilhelm, está en un cine que fue muy famoso en los años veinte”, continúa.
Con los cines ya reconvertidos, se empiezan a mirar ahora otros edificios, algo con pocos precedentes en la última década, uno de ellos la transformación por H&M de la antigua sede de Gas Natural en Barcelona, en el Portal de l’Àngel. En Madrid acaba de ser anunciada la readaptación de varios edificios, que albergaron las sedes de Banesto y el Hispano, entre las calles de Sevilla y Alcalá, en un gran centro, el complejo Canalejas, a inaugurar en 2016 por OHL. Pero, no es igual un edificio de oficinas que un cine. En Canalejas, solo 16.000 metros cuadrados estarán dedicados a centro comercial. Habrá, sí, un hotel Four Seasons de lujo que ocupará 26.000 metros. La empresa ha explicado la operación, que ha provocado alegaciones de plataformas ciudadanas, en función de la instalación de Eurovegas, que traerá visitantes de alto nivel adquisitivo. Para Jordi Marugán, de Aguirre Newman, “el proyecto va a recuperar un espacio, el otro lado de Sol, que no había alcanzado su potencial”.
Tras los cines, es el turno de las antiguas sedes de grandes empresas
Dada la demanda de locales en el centro de las ciudades, Marugán opina que “en los próximos meses habrá más oportunidades en este tipo de edificios, pero habrá que estudiarlos cuidadosamente porque algunos tienen limitaciones en cuanto a la altura de los interiores y el público valora los espacios abiertos”.
Aunque el gran impedimento para que empiecen a cerrarse ya operaciones es el precio. “Comienza a haber más edificios vacantes en el centro de las ciudades; oficiales o de entidades financieras”, explica Carlos Ferrer-Bonsoms, de Jones Lang LaSalle, “el problema es que muchos no están aún a los precios adecuados”. Todo un cuello de botella para las ambiciones de las cadenas que quieren espacios mega. “Sigue habiendo”, se queja Robert Travers, de Cushman & Wakefield, “gran escasez de espacios adecuados, incluso del tamaño del centro ABC, que tampoco es muy grande”. De momento, se están reconvirtiendo viviendas en comercios, siempre que estén bien ubicados; es el caso de la tienda que está construyendo Inditex en Serrano 23.
Ello explica que se estén levantando complejos de nuevo cuño como el Castellana 200, en la madrileña plaza de Castilla, a inaugurar este mes. No es el centro, pero tampoco la periferia. Se trata de dos edificios vanguardistas, con unos 21.000 metros para oficinas y otros 8.500 para tiendas (pequeño, pues), en los que se están instalando ya H&M y Media Markt. “En Alemania, los centros de Saturn”, dicen en esta empresa, “están en el centro, pero en Madrid, el que vamos a abrir en Castellana 200 será el primero dentro de la ciudad”. El grupo alemán tiene ya tiendas similares en Sevilla (Santa Justa) o en Barcelona (Diagonal). O ampliando otros, como el del Bernabéu, entre el estadio y la Castellana, en el que habrá una zona comercial, con unos 15.000 metros, y un hotel de lujo.
La búsqueda del espacio céntrico (que vale su peso en oro) tiende al uso de cualquier tipo de edificio. En Salamanca, Inditex convirtió un antiguo convento en una tienda emblemática. La solución para el edificio, que estaba abandonado, chocó a muchos. El propio concejal de urbanismo llegaría a decir que “aun cuando se ha hecho un magnífico trabajo, nos hubiese gustado otro uso para el edificio”. Para salvar ese pecado original, la empresa se obligó a ser lo más respetuosa posible con el inmueble. “Lo recuperamos de tal modo”, explica Inditex, “que, cuando la gente entra a la tienda, ve que es una iglesia”. Para lograr ese efecto, mantuvo el interior tal cual era y encajó ahí una especie de gran construcción de cristal, como un contenedor, en el que está la tienda propiamente dicha.
Pero, puede que San Antonio el Real no sea el único ejemplo de reconversión. En Alemania están de moda, según señalaba este periódico en el artículo Alemania vende sus iglesias al mejor postor, donde el arzobispado de Berlín anuncia la venta de una iglesia en su web. Según Der Spiegel, entre 1990 y 2010 cerraron en el país “unas 346 iglesias, de las que 46 fueron demolidas y otras convertidas en gimnasios, escuelas de arte, institutos de danza e incluso almacenes”.
El país 07/04/2013 (Ver noticia)
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