En España, solo un licenciado en Farmacia puede ser propietario y titular de una botica. Y no puede abrirla donde quiera. Las farmacias —únicos establecimientos que venden medicamentos— se establecen por concesión y según ciertos criterios de planificación geográfica y demográfica determinados por las comunidades autónomas, que sirven para asegurar que todos los ciudadanos tienen una al alcance de la mano. Así, para hacerse con una botica, el farmacéutico tiene que concursar para obtener una licencia, comprar una a alguien que quiera traspasar la suya o heredarla. Un modelo muy protegido en el que saltan chispas cada vez que se debate una apertura. Ahora, el sector está de nuevo en pie de guerra tras conocer que el Ministerio de Economía, para impulsar la competitividad, ha contemplado liberalizar el sistema para que cualquier persona pueda abrir una botica. Pero la idea tampoco ha gustado al Ministerio de Sanidad y a algunas autonomías, que defienden que, con el modelo actual, las farmacias son un agente sanitario más que da una amplia y buena cobertura al ciudadano.
La propuesta del departamento de Luis de Guindos, que se recogía en uno de los documentos de trabajo con el que sus técnicos estudian el anteproyecto de ley de servicios profesionales (más amplio), significaría la entrada en el negocio de las grandes cadenas; con la única salvedad de que independientemente de quien fuera el propietario y titular de la botica, esta tendría que dirigirla un farmacéutico. El modelo español pasaría así a asemejarse más a otros, como el británico —donde tiendas como Boots tienen un gran mercado— o el holandés —donde la mayoría de las boticas están en manos de grandes grupos—. También abriría la puerta a que los supermercados estrenen estands para vender fármacos.
Ver artículo completo El País 12/02/2013